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lunes, 29 de diciembre de 2008

Rifaa Rafi al-Tahtawi


Rifaa Rafi al-Tahtawi

El año en que la expedición francesa capitaneada por Napoleón Bonaparte partió de Egipto y, según dicen, el día mismo de la partida de los franceses, el 14 de octubre de 1801, nacía el padre del pensamiento árabe moderno y el fundador del renacimiento cultural (Nahda) de Egipto y el Mundo Islámico, en el más amplio sentido del término: Rifaa Rafi Al-Tahtawi. Rifaa nació y pasó su infancia en Tahta, una pequeña aldea situada en el Alto de Egipto y allí comenzó sus estudios. En el año 1817, con dieciséis años, y después de la muerte de su padre, se trasladó a El Cairo para estudiar en la prestigiosa universidad de al-Azhar. Allí estudió, como el resto de los estudiantes de aquella época, las ciencias religiosas, la lengua y la literatura, pero lo hizo bajo la dirección de un maestro revolucionario que ejerció una considerable influencia en su orientación y al que debió gran parte de su formación: el imán al-Sheij Hassan al-Attar.



La mezquita de al-Azhar, imagen tomada en el siglo XIX.

Al-Attar consiguió convencer a Muhammad Ali, gobernador de Egipto, de que nombrara a Rifaa Imán en el ejército. Posteriormente, en el año 1826, cuando Muhammad Ali decidió enviar una misión de estudiantes para que se instruyesen en París, al-Attar le sugirió a Muhammad Ali que hiciera acompañar aquella misión por un imán para guiara a los estudiantes egipcios en esa ciudad tumultuosa, y que encomendara esa tarea a Rifaa.

Muhammad Ali

Al-Tahtawi se consagra al estudio de las ciencias que integraban el programa de los miembros de la misión con más entusiasmo que los propios estudiantes. Empezó por perfeccionar sus conocimientos de francés, lo que le permitió estudiar historia, geografía y literatura. Por su aplicación, atrajo la atención del profesor Jomard el director francés de la misión, el cual le cobró afecto, lo alentó y se propuso hacer de él un traductor para que vertiera al árabe los conocimientos que necesitaba Egipto en el terreno de las ciencias militares, la ingeniería, las ciencias naturales y la química. Estudió, pues, todas estas ciencias, y también filosofía y sociología, pero lo que aumentó sus conocimientos y desarrolló su personalidad fue que no se contentó con estudiar sino que al mismo tiempo observaba todo lo que ocurría a su alrededor para comprender todos los aspectos de la organización de la vida en Francia. Todas sus observaciones las anotó en un libro que publicó en 1834 bajo el tituló de “Tajliî al-Ibriz Fi Taljiî Bariz” o “Al-Diwan al-Nafis Bi iwan París” que su traducción al castellano sería “Extracción del oro puro en el conocimiento de París” o “El precioso diván para dar a conocer el trono de París”.


Tajliî al-Ibriz Fi Taljiî Bariz


Al-Tahtawi, antes de viajar a París, había escuchado a su maestro, el imán Hassan al-Attar, y otros referirse al adelanto de los franceses en materia de ciencias y técnicas así como a las maravillas de sus museos y sus observatorios, que daban prueba de su dedicación en las disciplinas de la botánica, la zoología, la astronomía, etc.

Jean Béraud

Le Boulevard St Denis, París siglo XIX

Al-Tahtawi fue a París como Imán de una misión enviada a Francia por un gobernador ambicioso, para estudiar las diversas ramas de la administración, las artes y las ciencias. Como tal, no tenía por qué informarse del estado de las ciencias y de la forma de organización de los franceses: le habría bastado con cumplir su función de imán con los miembros de la misión prodigándoles consejos y exhortaciones. Sin embargo, fue el que más destacó de toda la misión. Al-Tahtawi reconoce en la introducción de su libro citado anteriormente, las recomendaciones que le habían hecho antes del viaje y a las que en efecto se atuvo: “Me recomendaron observar con atención todo lo que viera y encontrara de curioso durante este viaje, y consignarlo de modo que sirviera para revelar el rostro de aquella tierra que dicen, que es muy hermosa, como si fuera una novia en su noche de bodas; con el fin de ofrecer una guía a los que han de viajar a aquel país”.

Les Grands Boulevards, París siglo XIX

Al-Tahtawi revela su intención de instruirse en occidente “debo estudiar las ciencias, las técnicas y las artes extranjeras, cuya perfección entre los europeos está demostrada y es notoria, puesto que conviene inclinarse ante la verdad”. Dice además: “Los países musulmanes se han destacado en las ciencias jurídico-religiosas y su aplicación, así como en las ciencias racionales, descuidando las ciencias políticas en su conjunto. Necesitan, pues, a los países occidentales para adquirir lo que no tienen”.

Al-Tahtawi expresa esta incitación a instruirse en Occidente, con una exhortación atribuida al Profeta: “Buscad la ciencia, incluso en la China” y dice: “No hay inconveniente en viajar a los lugares donde la integridad de la religión está garantizada, sobre todo con un objetivo tan loable como éste”.

La Modiste sur les Champs Elysées, París siglo XIX

Manifiesta su un sentimiento de celo y reconoce la superioridad de Europa “¡Por Dios! Durante mi estancia en aquel país, sentí tristeza, al verlo gozar de todas estas maravillas, mientras que los territorios del Islam están privados de todo aquello”.
Rifaa después de haber estado cinco años en París, volvió a Egipto en 1831, pletórico de ideas, deseos y esperanzas de evolución y renovación.
Fundó y dirigió en el año 1835 la Escuela de Traducción que, posteriormente, pasó a llamarse Escuela de Lenguas (Madrasat al-Alsun).
Escribió 14 libros, tradujo del francés al árabe 27 y dirigió la traducción de numerosos libros.
Aquí citamos algunas de sus obras más importantes:
Libros:
- “Tajliî al-Ibriz Fi Taljiî Bariz” publicado en 1835 y escrito durante su estancia en Francia.
- “Al-Murshid al-Amin fi Tarbiyyat al-Banat wa al-Banin” (Guía honrada para la educación de chicas y chicos) publicado en 1873, reúne los principales preceptos de Tahtawi sobre educación.
- “Manahig al-Albab al-Misriyya fi Mabahig al-Adab al-Asriyya” (La metodología de las mentes egipcias con respecto a las maravillas de las artes contemporáneas), publicado en 1869.
- “Qasida wataniyya misriyya” (Poemas patrióticos egipcios) escritos para honrar al jedive Said y publicados en 1855.
- “Gumal al-Agrumiyya” (Oraciones Gramaticales) publicado en 1863.
- “Anwar tawfiq al-galil fi ajbar Misr wa tawtiq bani Ismail”, La Historia de Egipto, publicado en 1868 y que abarca la historia desde el Antiguo Egipto hasta el principio del Islam.
- "Al-Tuhfa al-Maktabiyya li-Taqrib al-Lughat al-Arabiyya” (Regalo a las escuelas para la comprensión de la lengua árabe) publicado en 1869, es el primer manual moderno de gramática árabe.
- “Nihayat al-Igaz fi sirat sakin al-Higaz”, publicado en 1876.
Traducciones:
- “Geografía a pequeña escala” publicado en 1830.
- “Metales útiles” publicado en 1832.
- “Filósofos de la Antigüedad” publicado en 1836.
- “Historia de los antiguos Egipcios” publicado en 1838.
- “Lógica” publicado en 1838.
- “Principios de Ingeniería” publicado en 1854.
- “Arabización del código civil francesa” publicado en 1866.
- “Los metales y su uso” publicado en 1867.

Expondremos más adelante varios fragmentos traducidos al castellano de su conocido libro “Tajliî al-Ibriz Fi Taljiî Bariz”.

sábado, 27 de diciembre de 2008

ALEPO

“La ciudad es tan vieja como la eternidad y, sin embargo, joven, aunque nunca dejó de existir. Muchos fueron sus días y noches; esta ciudad ha sobrevivido a sus caudillos y a sus habitantes. Las casas y las moradas todavía están ahí; pero ¿dónde está su antigua población y aquéllos que llegaron a esta ciudad? Éstos son los palacios y sus patios, pero ¿dónde están los príncipes hamdaníes y sus poetas? Todos has desaparecido ya, y sin embargo esta ciudad todavía está viva. ¡La ciudad de los milagros! Una ciudad que perdura en el tiempo y sin embargo sus reyes se marchan, desaparecen, aunque su destrucción todavía no ha sido ordenada…”


Ibn Yubair, viajero andaluz que visitó Alepo en 1184, empieza su descripción de la ciudad, como la mayoría de las introducciones a la historia de Alepo, con una alusión a su antigüedad. Según relata este autor, Abraham pasó por Alepo en su viaje de Ur a Tierra Santa; allí debió de ordeñar su rebaño en la colina, hoy en día coronada por la ciudadela, para más tarde repartir la leche como limosna. La leyenda dice que el nombre de la cuidad se debe a la visita del profeta. El nombre árabe de la ciudad, حلب (Halab) se interpreta popularmente como una derivación lingüística de la palabra leche en árabe حليب (halib). Varios lugares sagrados de la ciudad se relacionan hasta hoy con la visita del profeta, como es el caso de la pequeña mezquita de la ciudadela, en la que durante largo tiempo se guardó el peñasco en el que supuestamente estuvo sentado Abraham.

Por Julia Gonnella, dentro del libro Islam. Arte y Arquitectura, editado por Markus Hattsein y Meter Delius. 2004, editorial H.F.ullmann (pág.174)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Cuentos de las estepas kazajas. El rico y el pobre (4ª parte. Final)


Después de separarse de su hermano, Huseyn también se convirtió rápidamente en un jan y vivía en una gran ciudad. Un día, cuando Hasan ya no se encontraba entre los vivos, Huseyn se puso melancólico y decidió partir a buscar a su hermano. Una vez dispuesto su caballo, Huseyn se puso en camino hasta llegar al lugar en el que se habían separado. El puñal se encontraba en el mismo lugar, y sólo la mitad de la empuñadura que miraba hacia el camino que había tomado Huseyn seguía entera, mientras que la otra parte se había quemado. Huseyn comprendió que Hasan había muerto. Se puso a llorar y pensó: “Aunque no estés vivo, iré a buscarte”.
Tomó junto a su caballo el camino que había emprendido su hermano y al poco tiempo llegó a la ciudad en la que había vivido Hasan. Lo recibieron con un gran respeto y lo condujeron a palacio. Allí Huseyn se encontró con una joven chica y supo que ésta era la esposa de su hermano.
El visir había regresado a la corte, pero su humor era excesivamente alegre y hospitalario, lo que hizo recelar a Huseyn. “Aquí hay algo más, - pensó él, - ¿No habrá sido mi pobre hermano víctima de este visir?” Huseyn estuvo toda la noche pensando en ello, y por la mañana, supo por Janshaim que su hermano había salido de caza y había ido solo hacia la orilla del río.
Así como le ocurrió a Hasan, Huseyn se vio envuelto en medio de una fuerte ventisca. El mismo abeto que se había convertido en la tumba del hermano, también dio asilo a Huseyn. Husmeó la hoguera y también vio entre las ramas a una anciana y así como su hermano, sintió lástima por ella.

- ¡Abuela, baja del árbol! Caliéntate, - dijo.
- Yo bajaría, hijito, - dijo la anciana, - pero me dan miedo los perros; espera, que lo voy a amenazar con el palo!
Huseyn miró a la anciana y sintió como algo le pinchaba en el corazón. Se levantó de la piedra en la que se había sentado y levantó su arma.
- ¡Venga, baja o disparo! – dijo apuntándola. La anciana bajó temblando del árbol.
- Me parece que tú sabes dónde está mi hermano; habla o te mato, - la amenazó.

- La piedra en la que estabas sentado era tu hermano, - contestó la anciana. – El visir me ordenó que lo engañara y lo matara. Ten clemencia y te devolveré a tu hermano. Coge la vara escondida entre las ramas y agítala.
Así lo hizo Huseyn, y ante sus ojos la piedra se volvió a convertir en su hermano Hasan. No hace falta explicar cómo se alegraron los hermanos al verse, después de estar tanto tiempo separados.
Huseyn se quedó como huésped de Hasan durante mucho tiempo y un día le dijo:
- Ahora, Hasan, voy a recordarte un refrán que tú mismo me dijiste en casa del viejo cazador: “El perro busca el lugar donde se harta a comer y el hombre busca el lugar donde nació”. ¿No crees que ha llegado la hora de ir a buscar a nuestros padres?
- Has tergivesado el refrán, pero estoy de acuerdo contigo. Si queremos encontrarlos vivos, no debemos demorarnos más.
Fue dicho y hecho. Hasan y Huseyn partieron con la primera caravana comercial y finalmente se detuvieron en la feria de la plaza de una ciudad en un día de fiesta. En ella encontraron a su tío, un rico comprador, que pasaba entre las filas de comercios y recibía cada caravana que llegaba. Él no reconoció a sus sobrinos, pero cuando le llamaron, éste los reconoció y los empezó a adular y se dispuso a besarlos en la mano.

- ¿Dónde están nuestros padres? – dijeron a la vez Hasan y Huseyn.
- Aquí, en la ciudad. ¿Pero para qué necesitáis vosotros a dos viejos que hace tiempo que no ven la luz? Veo que sois bastante ricos, - dijo el tío.
Preguntando por aquí y por allá, Hasan y Huseyn encontraron la vieja cabaña en la que vivían, prácticamente destruída. No había ventanas, y en la oscuridad no se veía quién se encontraba en ella. Hasan y Huseyn encendieron la hoguera y vieron frente a ellos a dos viejos ciegos vestidos con ropas sucias, desgastadas y llenas de jirones.
- ¡Padre! ¡Madre! ¿Qué os ha pasado? – gritó Hasan.
- ¿Estáis ciegos del todo? – preguntó Huseyn.
La madre lloró al escuchar las voces de sus hijos. El padre levantó la mano y dijo:
- ¿Todavía hay alguien en este mundo que me busca? ¿No serán mis hijos, que murieron hace mucho tiempo, los que han venido a visitarme?
Hasan y Huseyn les contaron todo paso por paso, dónde habían vivido, qué habían visto y cómo habían llegado hasta allí.
- ¿Por qué nos dejaste aquel día en el bosque, no fue por llevarte el oro?- preguntó Hasan a su padre.

- ¿Por qué no viniste a recogernos si nosotros teníamos todavía más oro?- preguntó Huseyn.
- No me agraviéis más, hijos míos, no tuve otra salida, - rompió a llorar el viejo. – Vuestro tío me dijo que por mandato de Allah debía mataros, ya que estábais poseídos por un espíritu maligno. Yo no podía hacerlo, pues soy vuestro padre. Separarnos de vosotros fue muy duro, y véis cómo vivimos, - vuestro rico tío no nos ayuda en nada. Pero el castigo más cruel es que no os podemos ver.

El viejo calló. Hasan y Huseyn abandonaron la cabaña al mismo tiempo. Fueron a la feria, buscaron a su codicioso tío y lo arrojaron a un pozo muy profundo.

Cuento popular kazajo. Traducción del ruso de Ana Marco. Extraído de Б.М.Сидельникова, Казахские народные сказки // Қазақ Халық Ертегілері, Үш томдық, Жазушы Баспасы, Алматы 1971 (B. M. Sidelnikova, Cuentos nacionales kazajos, Tomo III, Ed.Ŷazuzi, Almaty, 1971).

Fotografía 1: Invierno. Kirguistán. Asia Central (Ana Marco).
Fotografía 2: Abuela y nieto. Turkestán. Kazajstán. Asia Central (Ana Marco).
Fotografía 3: Bazar. Kirguistán. Asia Central (Ana Marco).

jueves, 4 de diciembre de 2008

Algunos caligramas más

Aunque ya os hemos hablado de esto en el post Caligramas y Caligrafía árabe, para aquellos a los que, como a mí, les fascinan los caligramas árabes, he aquí un regalo para los sentidos...




martes, 2 de diciembre de 2008

Cuentos de las estepas kazajas. El rico y el pobre (3ª parte)


Hasan atravesó algunas montañas y llegó a una estepa muy extensa. Frente a él se extendía una gran ciudad. Conforme se acercaba a ella, más aumentaba su asombro: por todos lados había banderas negras y grandes telas negras cubrían las casas.
- ¿Por qué está vuestra ciudad de luto?- preguntó Hasan a la primera anciana que encontró.
- Es evidente que no eres de aquí, - respondió la vieja. – ¡Te lo voy a decir!
- Se nos apareció una enorme y voraz serpiente con siete cabezas. Cada día le damos una chica y una liebre. Hoy le ha llegado el turno a la hija del jan y éste ha declarado: Si alguien mata a la serpiente y salva a mi hija Janshaim, se casará con ella. Pero todavía no se ha encontrado a ningún chico en la ciudad tan valiente, y por eso el jan ha ordenado cubrirlo todo con banderas negras.



Hasan se dirigió enseguida a la casa del jan. El jan no estaba en casa, pero Hasan vio en una habitación a una liebre atada junto a una chica de una belleza inigualable. Sus trenzas negras brillaban como la seda y su ardiente mirada era tan deslumbrante como los rayos del sol. Al mirarla, la chica se estremeció.
- No te asustes, -la tranquilizó Hasan. –Si te salvo de la serpiente, ¿cómo podrás darme las gracias?
- Si me liberas, me casaré contigo.

Hasan se puso al lado de ella en cuclillas, reflexionó un momento y dijo:
- Hoy he caminado mucho y estoy muy cansado. Voy a echarme un rato a dormir, cuando venga la serpiente me despiertas.

De repente, mientras Hasan dormía profundamente, algo empezó a retumbar y la puerta se abrió de par en par. Janshaim se quedó pasmada de miedo al ver en el umbral una de las cabezas de la serpiente, pero volvió en sí en un instante e intentó despertar a Hasan. Pero éste dormía tan profundamente que no le despertaban ni tan siquiera los gritos de la muchacha. Cuando la serpiente se acercó, Janshaim perdió toda esperanza de salvarse. Así es que, sometiéndose a su destino,se inclinó sobre Hasan, llorando amargamente y esperando la muerte.



Las cálidas y grandes lágrimas de la chica cayeron sobre el rostro de Hasan y abrasaron al joven. Despierto, Hasan vio a la serpiente, desenfundó con fuerza su arma y las siete cabezas volaron por los aires, venciendo así a la serpiente.
Janshaim se alegró y cogiendo su anillo de oro de un dedo, se lo dio a Hasan. Hasan salió del palacio y en ese mismo momento, por casualidad, pasaba el visir del jan. Viendo que la chica estaba viva y la serpiente muerta, quedó tremendamente sorprendido, pero en menos que canta un gallo comprendió que la situación se había vuelto ideal para presentarse frente al jan. Sin mostrarse ante la chica, se apresuró a encontrar al jan para darle la buena e inesperada noticia.


- ¡He matado a la serpiente y salvado a Janshaim! – dijo el visir. – Cumple tu promesa, jan: ¡que Janshaim se convierta en mi mujer!
- ¡Que así sea! – contestó el jan. Formuló el decreto de retirar de toda la ciudad las banderas negras, de adornar todas las casas con bellas telas para que todo el pueblo supiera que el jan se había librado de la serpiente de siete cabezas. Se convocó a todos los mulás para que celebraran la boda de su hija y el visir.

En este momento Hasan se presentó en el palacio del jan. Escuchando cómo el visir se jactaba contando su victoria sobre la serpiente, Hasan dijo señalando al visir:

- ¡Eres un embustero y un cobarde! ¿Cómo puedes demostrar la verdad de tus palabras? ¡Tú no has matado a la serpiente, fui yo!
Todos los presentes se volvieron hacia Hasan y comenzaron a discernir.
- ¿Y cómo lo vas a demostrar tú? – dijo el visir.
- Tengo una prueba, - dijo Hasan sacando del bolsillo el anillo y enseñándoselo a todos.
- ¡Él ha robado este anillo a Janshaim! – gritó enojado el visir.
- Si tú has matado a la serpiente, - dijo Hasan, - significa que tú puedes levantarla muerta y colocarla en otro sitio.

Inútilmente intentó el visir levantar a la serpiente, no pudo ni siquiera moverla un poco. Entonces llegó Hasan y levantó a la serpiente sin dificultad y la lanzó a través de la ventana al río. Entonces Janshaim, que había llamado al jan para testimoniarle lo sucedido, señaló a Hasan:
- A mí me ha salvado este joven, y a él le di mi anillo, - dijo.


El jan despidió al visir y casó a su hija con Hasan, haciéndolo su pariente. Rápidamente Hasan se empezó a aburrir de vivir en el palacio del jan con sus habitaciones lujosas y comenzó a salir a menudo de caza.



Un día, en el brillo del mediodía, iba por la orilla del río acompañado de un bonito perro cazador. De repente, empezó a soplar un viento inesperado, la temperatura bajó estrepitosamente y cayó una espesa nevada.
Hasan empezó a mirar dónde podía resguardarse del viento y la nieve y calentarse un poco, y, no muy lejos, vio un abeto. Alto y esbelto, estaba recubierto por una fina capa de nieve que parecía un techo. Hasan puso al caballo y al perro debajo del abeto, reunió unas cuantas ramas, hizo una pequeña hoguera y empezó a calentarse. Entonces se dio cuenta de que entre las ramas del árbol había una anciana sentada que lloraba quejicosa.

- ¿Por qué lloras? – preguntó Hasan. - ¿Qué te preocupa? Baja, ven al fuego y caliéntate.
- Yo bajaría, hijito, - dijo la anciana, - pero me dan miedo los perros. ¡Dame tu palo!
Hasan tendió el palo a unas fuerzas sobrenaturales sin saberlo. La anciana asestó un golpe sobre el caballo, sobre el perro y sobre Hasan, y los tres se convirtieron en piedra y así quedaron bajo el abeto.

Que Hasan se quede en el bosque convertido en piedra, ahora contaremos lo que pasó con Huseyn.

[continuará]

Traducción del ruso: Ana Marco Esteve.
Fotografía 1: Verano. Estepas de Kirguistán (Ana Marco)
Fotografía 2: serpiente de varias cabezas.
Fotografía 3: vaso griego. Combate contra la hidra (serpiente de 7 cabezas).
Fotografía 4: Turkestán (Ana Marco)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Cuentos de las estepas kazajas. El rico y el pobre (2ª parte)

Cuando regresó el ama, se dispuso a comprobar que todo estaba en orden con la comida. Cogió una cuchara, sacó toda la carne y palideció al darse cuenta de que el corazón había desaparecido. “Mi marido me va a pillar. ¿Era necesario quedarse tanto tiempo en casa de la vecina!”- se recriminó. Pero lamentarse no sirve de nada. Salió al patio, cazó un gallo, lo troceó, le quitó el corazón, lo echó a la olla y se tranquilizó.
Por la tarde llegó el marido. La cena tenía muy buena pinta. Cuando comieron, el pícaro marido guiñó el ojo a su mujer y dijo sonriendo:
- Bueno, esposa, ¡Dios nos ha bendecido! Por la mañana, cuando nos despertemos, tendremos oro bajo la almohada.
La mujer no dijo ni respondió nada, agachó la mirada y se fue a la cama. A la mañana siguiente se despertaron y miraron debajo de la almohada. Allí no había oro. Pusieron la cama patas arriba, pero no había oro por ningún sitio.
El asombroso fue el de Hasan y Huseyn cuando se despertaron esa misma mañana y se encontraron sobre la cabezera sacos llenos de oro. La sorpresa de sus padres no fue menos. El padre de Hasan y Huseyn, que no había visto nunca tanto oro junto, se asustó y se fue a buscar a su hermano para que le aconsejara.
- ¡Uy, uy, hermano, dime, qué ha podido pasar? Por la mañana, en la cabecera de nuestros hijos encontramos bolsas llenas de oro. ¿Esto es bueno o malo?
Los ojos del comerciante se llenaron de envidia, pero, frunciendo el ceño y mirando hacia el suelo, dijo con voz ronca:
- Mal asunto. Aquí se han mezclado los espíritus. Alguna vez pregunté al jazret sobre esto y él, por la misericordia de Allah, contestó: “El espíritu ha corrompido a esa persona, no podemos perder ni un minuto...” Coge a tus hijos, abandónalos en algún lugar y huye, de otra manera no te traerán nada bueno.
El padre regresó a su casa entristecido y pensó: “No, no puedo matar a mis hijos. Los conduciré muy lejos, a la estepa o al bosque, para que mis ojos no los vean y mis oídos no los oigan”. Por la mañana pidió al vecino su carro, sentó a sus hijos y les dijo:
- Ahora os voy a llevar a un lugar donde hay muchas fresas. Por la tarde vendré a recogeros, y tendréis que haber cogido capazos de fresas.
Marcharon los tres durante mucho tiempo hacia la estepa, y finalmente se pararon en el lindero de un bosque muy frondoso. Entre los troncos de los árboles había muchas matas y espesos arbustos, y los chicos vieron muchas fresas.
- Bueno, hijos, quedaos aquí y recoged fresas.
El padre no dijo nada más, se dio la vuelta y se dirigió hacia los caballos llorando.
Tras pasar mucho tiempo entre las zarzas, Hasan y Huseyn se sentaron a descansar y a esperar a que, en cualquier momento, regresara su padre. Pero el padre no volvía y los chicos tuvieron que pasar la noche en el bosque. Al día siguiente se despertaron y vieron que bajo sus cabezas había de nuevo sacos de oro. Los chicos no los tocaron, los dejaron en el mismo sitio donde habían pasado la noche y empezaron a caminar por el bosque sin rumbo alguno. Por el camino se encontraron a un viejo cazador.


- ¡Hola, abuelo! – dijeron al unísono.
- ¡Hola niños! ¿De dónde venís y adónde vais?
- De dónde no lo sabemos, el bosque es muy grande, pero caminamos hasta dar con alguien. Al que no tenga hijas le serviremos de hijas, y a quien no tenga hijos le haremos de hijos.
- Yo no tengo hijos, ¿queréis ser mis hijos? ¿Os venís a mi casa?
- Vamos, - aceptaron los hermanos.
El viejo iba a caballo. Hizo sentarse a los dos chicos sobre el caballo y dijo:
- Id, el caballo os llevará hasta mi casa.
Los chicos le dieron las gracias al viejo y no se entretuvieron más:
- Abuelo, - dijeron Hasan y Huseyn,- allí, donde hemos dormido, ¡yacen sacos llenos de oro!
Hasan y Huseyn vivieron mucho tiempo con el viejo cazador y se acostumbraron a la vida del bosque. Aprendieron a disparar y se convirtieron en dos cazadores muy valientes y experimentados. En esos años, el que en otros tiempos fue un cazador pobre y viejo se había convertido en el hombre más rico del lugar.

Cada mañana, cuando los chicos se despertaban, seguía apareciendo oro bajo sus almohadas. Un día, estaban conversando entre ellos y se acordaron de su antigua vida.
- Husayn, ¿conoces un viejo refrán?- dijo Hasan. “El perro, cuando no deambula, siempre vuelve al lugar donde encontró un hueso con carne, y una persona siempre se ve arrastrada al lugar donde nació”. Huseyn, ¡vamos a buscar a nuestros padres!.
- ¡Tus pensamientos son los míos, y allí dónde tu vayas iré yo!- contestó Huseyn. ¡Vamos!.
Fueron a hablar con el viejo cazador para comunicarle su decisión. El viejo se lamentó muchísimo y dijo:
- Os puedo dar como regalo un rebaño de reses, aunque veo que no lo necesitáis. Os deseo buen viaje y éxito en la búsqueda de vuestros padres.
El viejo entregó a Hasan y Huseyn sus dos mejores caballos, se despidieron y los chicos se alejaron. Viajaron durante un mes entero y finalmente vieron que el camino se bifurcaba.
- ¡Nuestro camino se separa!- dijo Hasan. Tú ve hacia la derecha y yo iré por la izquierda.
- ¡Que así sea!, - dijo Huseyn. Nos veremos aquí en el camino de vuelta.
Y en ese mismo sitio del camino clavaron un puñal en la tierra.
- Si estamos vivos o muertos, este cuchillo lo indicará, - dijeron. Si uno de nosotros muere, la mitad de su empuñadura mirará hacia la parte del camino que escogió y se quemará.
Hasan y Huseyn se despidieron y se marcharon por caminos diferentes.

Que marche ahora Huseyn por su camino, pues el cuento ahora hablará sobre Hasan.

[continuará]

Cuento popular kazajo. Traducción del ruso. Extraído de Б.М.Сидельникова, Казахские народные сказки // Қазақ Халық Ертегілері, Үш томдық, Жазушы Баспасы, Алматы 1971 (B. M. Sidelnikova, Cuentos nacionales kazajos, Tomo III, Ed.Ŷazuzi, Almaty, 1971).

Traducción: Ana Marco Esteve
Fotografía: Abuelo en Asia Central. Kirguistán.

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